Consejos para ser un buen líder
Por: Valeria Bocanegra
Es fácil identificar un mal líder. El cine de los noventa, las series de los dosmiles y el internet de las últimas décadas hasta la fecha nos ha vuelto bastante perspicaces al momento de identificar las malas prácticas de nuestros superiores. Pero la cosa cambia cuando nosotros estamos en esa posición, pues sólo sabemos qué no debemos hacer y resulta que no sabemos exactamente qué sí debemos hacer para crear un ambiente productivo y exitoso.
Ya sea que tengas el puesto de supervisor, director, jefe de personal o cualquier otro similar, al que acabas de ascender, ser un jefe puede ser una de las experiencias más gratificantes que puedes tener. Pero también puede ser una de las más frustrantes. Muchas veces te encontrarás con personas poco profesionales, irritantes, que no saben aceptar la crítica o con quienes simplemente no te llevas bien.
Estos casos pueden ser atemorizantes, sobre todo para alguien que no tiene experiencia de liderazgo. No basta con ver las imágenes motivacionales que muestran al líder como la figura contrastante del jefe. Para lidiar con personas como las anteriormente descritas es insuficiente el contraste entre jefe y líder. Y si nos equivocamos en el camino para descubrir qué hace a un buen jefe, corremos el riesgo de convertirnos en ese jefe que tanto odiamos.
Entonces, ¿Qué hace a un buen líder? Aunque aquí no agotamos todas las posibles respuestas a esta interrogante, sí destacamos lo que, desde nuestro punto de vista, es lo más fundamental. Hay mucho que todos podemos aprender acerca de qué hace a un buen líder, sobre todo si necesariamente tiene que ser tu jefe. Existen personas que son excelentes líderes; marcan tendencia y hacen que todos sus pares los sigan sin asumir una posición jerárquica por encima de ellos. Del mismo modo, puede haber buenos jefes que son malos líderes y viceversa.
Cuando asumimos más responsabilidades y obtenemos un puesto en el que el liderazgo comienza a ser necesario, al menos cuatro habilidades son clave para convertirse en un buen líder: crear un ambiente de confianza, tener empatía, reconocer los logros y ofrecer crítica contacto y, por último, apoyar a los demás para alcanzar sus objetivos. A continuación, desarrollamos más estos temas.
Un buen líder crea un ambiente de confianza profesional
Los equipos exitosos son aquellos equipos que se pueden comunicar de manera efectiva. Existe un dicho importante sobre la comunicación y es que, de acuerdo con William H. Whyte, el gran enemigo de la comunicación es la ilusión de que ésta ocurrió. Por ejemplo, si dentro de un equipo de trabajo alguien delegó una tarea al otro, pero éste no se dio cuenta de ello, entonces no se habrá logrado la comunicación y, en consecuencia, los objetivos del equipo en general serán más difíciles de alcanzar.
Por ello, un buen líder tiene que asegurarse de que todos en su equipo puedan comunicarse de manera efectiva, sin que se dejen cosas por sobreentendidas. En cuanto detectes que algo no se está comunicando de la mejor manera, proporciona retroalimentación a la persona que mandó el mensaje para que, en el futuro, las cosas queden más claras.
En este sentido, el equipo debe tener la confianza para comunicarse. Para ello, todos deben conocerse bien entre sí, saber sus responsabilidades, sus áreas fuertes y aquello en lo que pueden necesitar ayuda. Puede que alguno de ellos no tome bien algunos tipos de sugerencias o peticiones, pero de ahí viene la importancia de que todos estén en el entendido de cuáles son sus responsabilidades para que así exista una comunicación profesional.
Un buen líder se muestra empático
Imagina el siguiente escenario: llega un compañero cabizbajo bastante frustrado al trabajo. Cuando un supervisor le pregunta si todo estaba bien, nuestro compañero le empieza a responder que se sentía frustrado porque perdió un regalo que iba a ser para su hermana. El supervisor luego le comenta que entendía la situación, pero quería saber si estaba bien de salud o físicamente.
Sobra decir que nuestro compañero debió haber sentido como si le hubieran arrojado un baldazo de agua fría luego de esa reacción. Lo que está mal en este escenario es que muchas veces nuestros problemas no sólo son de salud física, sino de salud mental. Cosas que para algunos pueden ser insignificantes (quizá dicho supervisor nunca había atravesado por una situación similar o si sí, la solución le parecía fácil), para otros no lo son. De ahí viene la importancia que muestres empatía. Incluso si nunca has vivido lo que otra persona, puedes comenzar a imaginar cómo se sienten relacionándolo con experiencias propias.
A partir de ello, un buen líder puede encontrar las soluciones que sean mejores para los demás dependiendo del caso. Aunque también, vale la pena mencionarlo, algunos no quieren que algo cambie en su vida, si no simplemente buscan a alguien que los escuche.
Lo anterior no implica necesariamente que debas dejar que pasen por encima de ti, otorgando permisos a diestra y siniestra. Ser empático no es sinónimo de ser crédulo o permisivo. En todo caso, la empatía es una herramienta que nos va a permitir entender mejor a la otra persona.
Un buen líder aplaude los logros y ofrece crítica con tacto
Actualmente, hablar de Iván Pávlov es básicamente hablar de que podemos asociar una conducta con otra. Si tocamos un timbre después de darle de comer a un perro, podemos esperar a que la próxima vez que toquemos el timbre después de afianzar esta relación, el perro va a salivar. De este modo, asumimos que si regañamos al perro cada vez que hace sus necesidades en un lugar que no debió, éste ya no lo hará más ahí. En el caso de los humanos, las cosas parecieran funcionar del mismo modo, pero lo más recomendable para un líder es no pensar en estos términos (además que, en el terreno de la psicología, el conductismo es una teoría ya muy superada).
Los humanos tenemos la capacidad de reflexionar sobre lo que hacemos, de imaginarnos en los mismos escenarios que nos llevaron a cometer un error y corregirnos mentalmente. Claro está que no siempre podemos identificar dónde nos equivocamos, pero alguien con más experiencia nos puede orientar. Lo importante es que dicha persona no lo haga desde una posición de superioridad ni que se enfoque solamente en que nos equivocamos. Por tal motivo,
siguiendo a Kim Scott, te recomendamos que, para dar una crítica constructiva, un líder debe de tener presente tres cosas: la situación, el comportamiento y el impacto que tuvo dicho comportamiento.
En pocas palabras, es importante hacerle saber a la otra persona que su comportamiento en una situación en concreto tuvo un impacto negativo. De este modo, al enfocarte en por qué un comportamiento negativo tuvo un impacto negativo, la persona a quien le comunicamos la crítica será capaz de identificar, por sí misma, por qué lo que hizo fue equivocado.
De igual manera, recomendamos aplaudir lo que otras personas hacen, no porque creamos que si alguien hizo algo de manera excelente va a haber más de eso solo porque se lo aplaudimos, si no porque cuando alguien hace muy bien, parece que no le costó nada de esfuerzo, pero muchas veces hay un gran trabajo por detrás. En este sentido, lo que queremos es reconocer ese esfuerzo para que tanto dicha persona como los demás vean que vale la pena y la gente lo puede notar.
Un buen líder ayuda a los demás a alcanzar sus objetivos
Finalmente, un buen líder debe conocer a su gente, debe saber qué los motiva. No para saber cómo persuadirlos para que hagan algo; esto solo llevará a que nuestro equipo haga cosas que no quiere o en las que no cree. Es importante saber cuáles son los objetivos de los demás para ayudarlos en lo que se pueda a alcanzarlos.
Por un lado, hay personas que buscan crecer rápidamente, que tienen ganas de comerse al mundo. Normalmente ellos son los que más esfuerzo pondrán para alcanzar ese objetivo, por lo que se puede canalizar ese esfuerzo para alcanzar los objetivos grupales, siempre y cuando ellos lo hagan por su voluntad, sin engaños.
Por otro lado, hay personas que están más que cómodas con las responsabilidades que ya tienen. Quizá no ponen el empeño que el grupo anterior para demostrar que pueden comerse al mundo, pero ello no debe de importar siempre y cuando cumplan con lo que ya les toca. Ellos son el corazón y el alma del equipo. Sin ellos, nuestro equipo se cae a pedazos, pues ningún equipo se sostiene sólo de personas que quieran comerse al mundo. En este sentido, es recomendable fortalecer y cultivar la relación con este último grupo de personas para así tener todas nuestras responsabilidades cubiertas.
Conclusión
Como viste, ser un buen líder va más allá de mostrarse como una persona que tiene autoridad sobre un grupo de empleados, pues un buen liderazgo va acompañado de un tratamiento respetuoso y empático. Del mismo modo, no debemos perder de vista que, después de todo, somos líderes de un equipo de trabajo, por lo que es importante que, aunado a la empatía, brindemos las herramientas necesarias para que los miembros de dicho equipo cumplan con
ciertos objetivos.
Es verdad que hay líderes innatos, que poseen carisma y son diestros en las relaciones interpersonales, pero estas habilidades pueden dominarse con la suficiente práctica. Por último, si estás en una posición de líder, no olvides la importancia de brindar retroalimentación de manera respetuosa y profesional.
|