Inteligencia emocional en el trabajo
Por: Valeria Bocanegra
En un mundo laboral cada vez más competitivo las llamadas habilidades blandas o soft skills son altamente valoradas por los empleados y los empleadores. Para los primeros, éstas les ayudan a abrirse paso y tener éxito a lo largo de su carrera. Para los segundos, son importantes pues éstas ayudan a fomentar una cultura laboral productiva. La inteligencia emocional es una habilidad blanda que tiene un papel importante en ambos objetivos —el éxito personal y la productividad organizacional.
En los años noventa, los psicólogos Peter Salovey, John Mayer y David Caruso iniciaron un cambio de paradigma en cuanto a lo que se pensaba como los aspectos más importantes de la personalidad.
Sus ideas sobre la inteligencia emocional, entendida como la capacidad de reconocer y gestionar tanto nuestras propias emociones como las de quienes nos rodean, abrieron las puertas para pensar que la inteligencia no es determinante del éxito ni de la personalidad. Desde entonces, autores como Daniel Goleman han enfatizado la importancia de la inteligencia emocional en el contexto laboral.
Sin duda, el entorno laboral es un contexto en el cual nos encontramos rodeados de colegas, empleados, jefes, etc., todos seres humanos con sus respectivas emociones y sentimientos que no pocas veces influyen en el rendimiento laboral. Este tipo de inteligencia se aplica de manera que permita no sólo controlar nuestras emociones, sino también lidiar con situaciones en las cuales ya han aparecido emociones negativas.
Esta gestión te permitirá obtener ventajas en la resolución de conflictos y en la toma de decisiones. Asimismo, te ayudará a disminuir los niveles de estrés y ansiedad en el trabajo. De ahí la importancia de aplicar la inteligencia emocional en el trabajo.
Así pues, basado en el modelo de Goleman, podemos destacar 3 habilidades cruciales para el desarrollo de la inteligencia emocional:
- Conocer tus emociones para hacer un buen manejo de ellas
Aunque a veces cueste trabajo aceptarlo, lo cierto es que, ante una situación conflictiva, lo único que podemos controlar es la manera en que uno reacciona. De ahí la importancia de que realices un ejercicio de autoconocimiento en aras de saber cómo gestionar las emociones negativas.
Para ello, debes empezar por identificar las situaciones que te generan estrés, enojo o ansiedad; a partir de esto, lo recomendable es buscar estrategias para gestionar estas emociones. Por ejemplo, el estrés puede ser combatido con ejercicios de meditación, algunos de los cuales pueden ser llevados a cabo dentro de tu lugar de trabajo. En el caso del enojo, lo más recomendable es detenerse un momento, respirar y, de ser posible, alejarse físicamente de la situación de conflicto hasta tranquilizarnos.
Por supuesto, el autoconocimiento mejora más si va acompañado de terapia psicológica. Estar bien con nosotros mismos y saber controlar nuestras emociones nos quita un peso de encima en situaciones en las que tengamos que mediar en conflictos. Dentro del autoconocimiento también es importante incluir la identificación y diagnóstico de neurodivergencias o trastornos del comportamiento.
Por ejemplo, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los padecimientos neuropsiquiátricos más comunes a nivel mundial y sus efectos no se limitan a las dificultades para prestar atención, sino que también afecta a las relaciones interpersonales, pues las personas con este diagnóstico suelen ser impulsivas.
En ese sentido, contar con un diagnóstico correcto sobre uno mismo nos permite comunicar nuestras necesidades de forma anticipada y aprender herramientas para lidiar con situaciones difíciles. El caso de las personas con TDAH es sólo un ejemplo, pero, en realidad, existen diversos padecimientos psicológicos y psiquiátricos que pueden afectar la manera en que manejamos nuestras emociones, por lo que es fundamental que nos acerquemos a un profesional de la salud mental con el objetivo de conocernos mejor a nosotros mismos y, así, desarrollar inteligencia emocional.
- Entender las emociones de los demás
La empatía es la capacidad exclusiva de los seres humanos que nos permite ponernos en el lugar del otro para comprender mejor sus emociones y sentimientos. Si lo que quieres es aplicar la inteligencia emocional en un ambiente laboral, es indispensable que fomentes relaciones empáticas con tus compañeros de trabajo. Ser empático es preocuparse por la situación del otro y, sobre todo, no perder de vista que, antes que empleados, somos seres humanos.
Una manera muy efectiva de practicar la empatía es realizar una escucha activa de las necesidades y preocupaciones de tus compañeros. Aquí será fundamental la diferencia entre oír y escuchar. Para demostrar que, de hecho, estás escuchando las necesidades de tus compañeros, trata de atender a sus preguntas, inquietudes o sus necesidades.
- Manejar tus relaciones interpersonales
En el entorno laboral, no importa si estamos directamente en atención al cliente o en la llamada back office, las relacionales interpersonales jugarán siempre un papel importante en el desarrollo de nuestra carrera. Aceptémoslo: somos animales sociales. No existe el trabajador aislado y ermitaño que lo puede hacer todo por sí mismo. Siempre se necesita de alguien más, aunque sea para delegar la carga de trabajo.
En este sentido, las habilidades anteriores son importantes para desarrollar una comunicación asertiva y productiva. Si entendemos nuestras emociones y las de los demás, nos será más fácil decirle a todos qué es lo que necesitamos. Del mismo modo, es importante entender nuestra posición con respecto a los demás. No podemos exigirles a nuestros colegas que hagan tareas que nos corresponden solo a nosotros. Aún cuando estamos en la posición para dar órdenes, las cosas deben pedirse con tacto, respeto y profesionalismo.
Pero saber cómo manejar nuestras relaciones interpersonales va más allá simplemente de saber comunicarnos. También debemos entender los componentes principales de la influencia. Un líder no solo sabe comunicarse con los demás, sino que también sabe cómo convencer a las demás personas para hacerlo.
En este sentido, hay que entender que un líder es una persona que tiene cierto nivel de carisma, de modo que las personas lo siguen por este motivo. Identificar los componentes del carisma nos permite evitar seguir a malos jefes y funciona para evitar tomar malas decisiones, es decir, decisiones influidas únicamente por el carisma de dicho líder. Entre los elementos más importantes del carisma están la confianza en uno mismo, una perspectiva optimista de la vida y la apariencia.
Si bien estos elementos son fáciles de fingir, recomendamos ampliamente trabajar en las demás habilidades para obtener orgánicamente esa confianza y optimismo ya que no hay nada peor que alguien que intenta influir en las personas a base de engaños. Esto te puede llevar a una vida de relaciones vacías y superficiales. Por el contrario, el éxito real proviene del orgullo que uno siente de sus propios méritos.
Conclusión
En suma, la inteligencia emocional se ha convertido en una habilidad esencial el entorno laboral moderno, no sólo para el éxito individual, sino también para aumentar la productividad y bienestar organizacional. Al dominar habilidades como el autoconocimiento, la regulación de las emociones, la comunicación asertiva nos permite crear relaciones interpersonales en el trabajo. De este modo, crearemos un entorno armonioso y colaborativo.
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