Los requisitos más ridículos para conseguir empleo
Ya sea que te vas a cambiar de casa, entras a trabajar a un nuevo lugar o bien compras algún vehículo o cedes algún derecho, de cuando en cuando, te toparás con un contrato.
El contrato es un documento que acredita por escrito el tipo de relación que establecen dos o más entes jurídicos. Bien sea entre personas físicas, entre personas morales o entre una persona moral y una física. Cada país del mundo tiene una forma de establecer las cláusulas que lo componen, así como la estructura que debe tener para cada tipo de caso en particular.

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De acuerdo con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el contrato se define como:
“Un acuerdo privado, oral o escrito, entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser exigidas. Es un acuerdo de voluntades que genera derechos y obligaciones para las partes”.
Este intercambio de derechos y obligaciones a veces raya en cláusulas que te hacen mirar con suspicacia el texto que estás a punto de firmar. Como por ejemplo:
En 2005, trabajadores universitarios en Yucatán se fueron a huelga por un aumento salarial. Lo que la gente no sabía en aquel momento, es que peleaban una cláusula en su contrato colectivo que decía que les aumentaría el 3.3% de sus salarios y que habría una compensación si el gobierno liberaba más recursos para los demás profesores universitarios del país.
En el contrato quedó establecido que las autoridades universitarias están obligadas a otorgarles un incremento adicional si otros sindicatos lo obtienen.

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Para las autoridades de la Cámara Nacional de la Industria (CANACITRA), este es el modelo estándar de un contrato de tiempo indefinido. En el cual está definida la estructura tradicional de un documento de este tipo.
Aquí puedes encontrar las típicas cláusulas tontas del tipo:
- Queda terminantemente prohibido el establecer relaciones afectivas con otros compañeros de trabajo. Y en algunas partes te dicen que declaras no tener relaciones con nadie de adentro de la empresa.
- Si faltas un día, se te descontarán dos y tendrás que reponer las horas de trabajo sin paga. (Cosa que contradice el reglamento de la Ley Federal del Trabajo, a propósito).
- Establecer la figura del becario.
- Curiosamente, en el modelo estándar sólo se establece que debes declarar que estás apto para hacer “bien” la chamba. Lo que puede dar lugar a este tipo de situaciones que están en un limbo legal. No ponen en evidencia lo que debes hacer por enfermedades.

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¿Qué hacer para evitar este tipo de contratos?
Lee bien el contrato: aunque suena obvio, la mayoría de las personas no lo hace. Pero en el contrato debe venir especificado lo que debes hacer, los datos de la empresa, tus datos, el tiempo de duración del documento y las causas por las que se puede o no renovar. Así como las prestaciones que tienes y el tipo de acuerdos a los que llegaron durante la negociación de tu contrato.
Si ves algo con lo que no estás de acuerdo, dilo y asegúrate de que se pueda cambiar. Si no, no lo firmes.
Ante la duda, consulta a un experto: los abogados son los primeros en salir al ruedo. Pregúntale a uno si no conoces algún término que venga en el contrato o si notas algo “rarito” en él.
Cuéntanos, ¿te has topado con alguna situación ridícula en algún contrato?